La novela El imperio del agua, tiene un lenguaje, tanto en su estilo como en la construcción del texto, denominado no convencional o de ruptura, en contraposición a las formas clásicas de narrar.
Hay una historia central que se desarrolla con detalles y precisiones, con citas de políticos, y otra bastante oculta, que no se explicita, pero que el lector activo puede ir imaginando e incluso completarla con su criterio subjetivo. La prosa de Ainchil es ceñida, apretada, como es el caso de Hemingway, con escasos adjetivos y con las descripciones mínimas que tienen que ver con las acciones de los personajes. En definitiva, podríamos catalogar a El imperio del agua como una novela testimonial y comprometida.
La novela El imperio del agua, tiene un lenguaje, tanto en su estilo como en la construcción del texto, denominado no convencional o de ruptura, en contraposición a las formas clásicas de narrar.
Hay una historia central que se desarrolla con detalles y precisiones, con citas de políticos, y otra bastante oculta, que no se explicita, pero que el lector activo puede ir imaginando e incluso completarla con su criterio subjetivo. La prosa de Ainchil es ceñida, apretada, como es el caso de Hemingway, con escasos adjetivos y con las descripciones mínimas que tienen que ver con las acciones de los personajes. En definitiva, podríamos catalogar a El imperio del agua como una novela testimonial y comprometida.